Inicio » PSICOLOGÍA » FRACASO ESCOLAR II. ¿DESDE CUÁNDO NOS PREOCUPA EL FRACASO ESCOLAR Y POR QUÉ DEBE PREOCUPARNOS?

FRACASO ESCOLAR II. ¿DESDE CUÁNDO NOS PREOCUPA EL FRACASO ESCOLAR Y POR QUÉ DEBE PREOCUPARNOS?

Hace 50 ó 60 años, se consideraba natural que los niños y adolescentes fueran rechazados en masa por el sistema escolar. La escolarización primaria era un objetivo universal, sin embargo a nadie le era extraño que los alumnos abandonaran mayoritariamente la escuela para incorporarse a la actividad laboral. Hasta la aprobación de la Ley General de Educación en 1970, había claramente dos sistemas, el constituido por la escuela primaria y el aprendizaje de un oficio y el de bachillerato y la enseñanza superior. Al primero podían acceder los trabajadores y la mayoría de la población; al segundo que sólo llegaban algunos privilegiados.

Las reformas cambiaron progresivamente esta situación. Hubo presión política para extender el acceso a la enseñanza, y los beneficios que lleva aparejados, al conjunto de la población. Estuvo presente igualmente la convicción económica de que el capital humano de un país era tan importante o más que el físico o económico en el desarrollo y competitividad del mismo. Finalmente se constató que la tarea no era fácil y que en el camino podían caer además de los de siempre, otros, incluidos hijos de clases sociales con elevadas expectativas escolares.

La generalización de la enseñanza secundaria se ha revelado una tarea compleja. Las dificultades se dejan sentir en las clases populares pero en buena medida y cada vez más, en las clases medias. Así es como el FE ha pasado de ser algo sobreentendido, aceptado por todos, a un motivo de alarma social.

¿Nos debe preocupar? Sí, nos debe preocupar y ocupar ante todo por dos grandes motivos. Uno de ellos tiene que ver con la sociedad de la información y el conocimiento. Las oportunidades de las personas dependen cada vez más de su cualificación, de su capacidad de obtener, manejar e interpretar la información, de emplear y adquirir el conocimiento. No cabe duda de que estas capacidades están a su vez influidas por otros factores no tan modernos como la propiedad, los ingresos, el género, la raza, la constitución física, la nacionalidad, etc. Sin embargo, aceptado esto, las estrategias individuales, familiares y grupales de movilidad y de reproducción social dependen cada vez más de la educación. El acceso y la capacidad de utilizar e intercambiar información y conocimiento divide pues a los poseedores de los no poseedores. Esta fractura no se circunscribe a un marco nacional sino en un marco global. Millones de trabajadores con iguales cualificaciones están dispuestos a realizar las mismas tareas por un salario menor; y muchos millones más con menor cualificación lo harán, si pueden, por un salario aún menor.

La segunda razón y continuando con el razonamiento, es que la sociedad global y de la información es también una sociedad reflexiva y en transformación. Del capitalismo se ha dicho que es como una bicicleta: sólo puede mantener el equilibrio si avanza. Las naciones y las personas necesitan también avanzar para mantener su posición en la estructura internacional y social. Es una sociedad del aprendizaje y el sistema educativo debe equipar a todos, no sólo con un bagaje de información y de conocimiento para ser empleado a lo largo de toda una vida activa, sino también con la capacidad de continuar aprendiendo a lo largo de toda la vida, recorriendo diversos caminos que van desde el autoaprendizaje, pasando por la formación continua y ocupacional. En una trayectoria vital típica dedicamos a aprender desde los 6 años a los 20 y a aplicar lo aprendido de los 21 a los 65, ello implica dedicar una cuarta parte de la vida a aprender y tres cuartas partes a aplicar lo aprendido. Si el aprendizaje no se consigue a la primera, habrá otras ocasiones de conseguirlo. Éste era el sentido de la educación permanente como remedio del fracaso escolar. Contrariamente, en la sociedad del aprendizaje cuando quien ha cosechado un fracaso va a por su segunda oportunidad, el que ha conseguido el éxito no se limita a esperar que el otro lo alcance sino que entra en una nueva etapa.

La sociedad de la información y del conocimiento, y particularmente el trabajo y su cualificación, actúan según una dinámica en espiral en la cual quien comience bien continuará mejor, y viceversa.

Afrontar el FE no es simplemente combatir la desigualdad en un aspecto de la vida, en el acceso a un bien, sino combatir la desigualdad en el acceso al recurso clave de la estructura social y de la distribución de oportunidades de vida individuales. De ahí su centralidad. Decididamente, es lógico preocuparse y esforzarse por encontrar soluciones.


Deja un comentario